Síndrome de Estocolmo

Durante el cautiverio el rehén se identifica y encariña con su captor.

Síndrome de Estocolmo
Síndrome de Estocolmo

De acuerdo con la corriente psicoanalítica, el Síndrome de Estocolmo es un mecanismo de defensa, no consciente, en el que una víctima de cautiverio se identifica con su victimario, desarrollando un vínculo cómplice con el mismo.

Se produce una relación muy cercana en la cual el secuestrado desarrolla sentimientos de simpatía y cariño hacia su secuestrador.

En algunos casos éste último también experimenta emociones positivas para con su rehén. Y en situaciones extremas, puede que el secuestrado ayude a su secuestrador a escapar de la ley.

Procedencia del nombre Síndrome de Estocolmo

El nombre Síndrome de Estocolmo fue propuesto por el criminólogo y psicólogo Nils Bejerot, colaborador de la policía sueca durante el robo al banco Kreditbanken en Norrmalms ocurrido en 1973 en Estocolmo. Durante este episodio, se tomaron rehenes y éstos se mostraron muy afectuosos y defensores de sus captores. Incluso durante el juicio se manifestaron reticentes a prestar testimonio en su contra.

En 1974, un año después del mencionado suceso, la nieta del magnate William Randolph Hearst, Patricia Hearst, fue secuestrada por el ejército de Simbionés de Liberación. Terminó aliándose con sus captores y ayudándoles a asaltar un banco. Con este hecho, el nombre Síndrome de Estocolmo se popularizó mucho más para explicar el tipo de reacción que tienen algunos rehenes que se alían, de alguna manera, con sus victimarios.

De acuerdo con el psicólogo Nils Bejerot:

...este síndrome es más frecuente en personas que han sido víctimas previamente de algún tipo de abuso.

Posibles causas

  • La víctima y el agresor tienen la intención de salir sin lesiones del episodio y en consecuencia deciden cooperar al máximo.
  • Los captores suelen presentarse como bonachones frente a sus rehenes y de ahí que en éstos surja una reacción emocional de agradecimiento para con ellos.
  • El rehén durante su cautiverio sufre una pérdida total del control que le resulta muy difícil de asimilar y se le hace más fácil si se identifica con los delincuentes y se convence de que su secuestro tiene algún sentido.
  • El rehén busca protegerse, en este contexto tan hostil, cumpliendo con todos los deseos y requerimientos de su captor.
  • La presión psicológica del secuestro, que le hace sentir a la víctima aislado, amenazado, abandonado y hasta olvidado por la policía, puede favorecer el desarrollo del síndrome.